¿Te has planteado si lo que pensaras de forma automática o premeditada lleva o no implícita una emoción incluida en el pack? De eso y de cómo gestionar las emociones va esta entrada.
Cada vez más psicólogos, coaches y entendidos en la materia reconocen la importancia de las emociones, tanto en la resolución de problemas, la toma de decisiones, para conseguir objetivos, en la planificación como en el enfoque en que te centras para seguir creciendo en tu vida.
Por eso, a continuación te voy a dar 5 pasos supersencillos (que no fáciles) de cómo gestionar tus emociones negativas y, por decirlo de una forma, convertirlas en más positivas como pueden ser la alegría, sorpresa, admiración o gratitud entre otras.
También puedes escuchar el podcast por si te es más ameno escucharme que leerme, je, je, je en el siguiente enlace que te pongo a continuación:
Antes de meterme en materia, te invito a leer esta entrada sobre inteligencia emocional para que tengas más claro qué es una emoción y para qué te sirven las emociones. Si ya sabes de ese tema, entonces, te digo lo que decían algunos libros de mi infancia: “dirígete a la página 23 si crees que estás en lo cierto”. Aunque en este caso mejor te digo que sigas leyendo, je, je, je.
Cómo gestionar las emociones en 5 pasos supersencillos
Aunque todos dicen que el ser humano es un animal racional (tiene unas creencias de mierda, Ellis las llamaba ideas irracionales), esto no es del todo cierto, ya que solemos ser racionales nada más que el 3 o 5% de nuestro día. Todo el tiempo restante somos animales emocionales, algo que tenemos en común con los delfines y primates avanzados como los gorilas o chimpancés.
Por eso muchas veces hacemos compras impulsivas, respondemos de forma que luego nos arrepentimos de lo que hemos dicho o hacemos cosas como procrastinar que sabemos que no nos acerca a nuestro objetivo.
Ser consciente de ello es el primer paso de estos 5 sencillos puntos para gestionar tus emociones de una vez por todas.
1. Sé conscientes de tus emociones
Lo primero que debes conocer es que tienes emociones. Que no hay nada que hagas en la vida que no esté impregnado de alguna de ellas como el miedo, la frustración o el deseo.
Un ejemplo muy claro y reduccionista de las emociones es que tendemos a hacer cosas que nos producen placer y rehuimos de cosas que nos producen dolor o sufrimiento.
La utilidad que tienen las emociones principalmente es adaptativa y nos sirve para coexistir en la sociedad y para mostrar hasta qué punto tenemos intenciones hostiles o amigables.
Por eso lo primero que te propongo es saber qué emoción estás sintiendo. En qué medida la sientes de 1 al 10, en qué parte del cuerpo te afecta y dónde no la sientes. Por ejemplo, puedes sentir que la tristeza se extiende desde la cabeza hasta donde finalizan las costillas.
No puedes cambiar o modificar nada si no eres conscientes de dicha conducta o cambio. Así que para gestionar las emociones lo primero que tienes que hacer es ser un investigador o explorador de tus emociones en el día a día. Si ya has investigado, anota las 3 emociones más importantes que te impiden avanzar.
2. Toda emoción tiene una intención positiva
Toda emoción tiene una intención positiva a priori. Es decir, nadie se levanta por la mañana y dice “a ver a quién puedo joder la vida hoy” o por lo menos quiero pensar que la gran mayoría de las persones no son malas por naturaleza.
Por eso te cuento que hay 3 intenciones principales por las que estás sintiendo una emoción a pesar de que tiene valencia negativa como el disgusto, apatía, frustración o tristeza.
Las 3 intenciones de tu inconsciente son prevenir, proteger o servir.
¿A quién? Pues, si la emoción la estás sintiendo tú, a ti, je, je, je. Si son las de tu jefe, pues a tu jefe.
Por eso si tu jefe aparece por la oficina con ganas de tocarte la moral, pregúntate qué beneficio positivo está consiguiendo tu jefe con la charla que te ha dado.
Tal vez quiera protegerse de que tú sabes más que él. Tal vez tú produces más que él y por eso reduce su feedback positivo, para desmotivarte a que no seas tan productivo.
¿Entiendes por qué ahora se comporta de esa forma?
Si tienes miedo al fracaso o a mostrarte, recuerda que, aunque estés deseando con todas tus fuerzas emprender, tu inconsciente te protege o previene de un posible fracaso personal.
3. Desapégate de tus emociones
Ahora pensarás, si mi inconsciente me previene o protege del fracaso, ¿cómo hago para continuar creciendo? Pues ahí vamos con este punto.
Necesitas desapegarte de las emociones que estás sintiendo.
¿Qué es apego? Es la relación que tienes con tu propia emoción. Es decir, el agrado o desagrado que tienes a tus emociones.
Como sabes, en esta sociedad parece que está mal visto que sientas las emociones (como en Japón). Es preferible que te las comas con patatas y un día en el que tu padre te pide que le acerques el salero para echarse sal en las patatas le saltes con “¡me has amargado la vida!”.
Muy sano, ¿verdad?
Tienes que empezar a sentir las emociones. Que corran por tu cuerpo, que vivencies las emociones como algo positivo.
Del pensar al sentir
Tienes que saber que los pensamientos automáticos son a tu cerebro como las emociones son a tu cuerpo. Es decir, es el lenguaje que tiene el cuerpo para estar de acuerdo o en desacuerdo con las acciones (o falta de acciones) a las que te enfrentas en tu día a día.
Si escuchas a tus emociones, no tendrán que aparecer una y otra vez para que sean escuchadas. O sea, que si sufres frustración es porque no tienes la suficiente valentía (uno de los 5 ingredientes de la vulnerabilidad) para ser quien de verdad deseas ser.
Acepta las emociones como algo bueno y sepárate de ellas como diferenciación de ti mismo.
Las emociones son eso (emociones), pero tú eres otra cosa. Eres el recipiente de esas emociones que razona, sueña, siente, piensa e imagina, por poner varios ejemplos. Sentir ira no te convierte en una persona agresiva, sentir tristeza no te convierte en una persona triste o melancólica y sentir cabreo no significa que estés siempre cabreado o frustrado.
¿Me vas pillando ahora?
4. Siembra duda en tu vida
Quiero mostrarte la emoción de la certeza. No me refiero sólo al concepto en sí. Me refiero a la idea de certeza que transmite tu cuerpo.
Me refiero a cuando tu cuerpo se planta y dice “tengo la certeza absoluta de que llevo razón”. ¿No crees que, aunque sea verdad (tu verdad), este sentimiento te paraliza y te bloquea y no te deja crecer?
Medítalo, la certeza es la convicción absoluta de tener la razón a pesar de haber varios puntos de vista diferentes. Es la convicción de tener respuestas para todos los problemas.
¿Qué pasaría si para gestionar las emociones, en vez de tener la convicción de la certeza en forma de respuestas, tuvieras las dudas en forma de preguntas? ¿No crees que expandiría tus conocimientos?
Piénsalo así, ¿si los científicos tuvieran todas las certezas, no crees que nos habríamos quedado estancados en el siglo XIX, por ejemplo? Ellos usan la duda existencial para seguir buscando preguntas a los problemas dentro de su área.
¿Y si dudaras de quién eres en realidad? ¿No te daría la oportunidad de ser quien quieras ser? ¿No te daría posibilidad de elegir?
Si aceptas esta premisa que te cuento, entonces te darás cuenta de que puedes ser el actor de tu vida y no el espectador, a pesar de errar, fracasar o no alcanzar algún objetivo, pero, claro, ¿aguantarías este peso?
Por eso algunas personas prefieren contarse historias de culpa hacia la gente que las rodea, hacia el gobierno, el país o hacia su sociedad, en vez de poner rumbo a su destino sin importar lo que tarden en conseguirlo.
5. Ten siempre actitud de crecimiento
Si aceptaras que la emoción que sientes no te define para siempre, que las emociones tienen una intención positiva, si pensaras que si sientes una emoción recurrente como la frustración, no es porque tú fueras así, entonces tal vez (y digo tal vez porque queda mucha acción por delante con un enfoque hacia el crecimiento personal) te darías la oportunidad de ser quien tú quieras ser a pesar de tus miedos, vergüenzas, inseguridades o debilidades que tengas actualmente.
Honra tu historia porque gracias a ella eres quien eres (y eres perfecto), pero si quieres crecer, tienes la oportunidad del cambio.
No te ancles en tu pasado, vive el presente, planta la semilla de tu futuro y no aceptes las emociones que estás sintiendo como una definición de quien eres.
Porque eso es una forma reducida de quién eres en realidad.