Yo antes no era así.
La tónica de mi vida en el ámbito laboral era que me movía por la necesidad de seguridad económica. No prestaba atención a mis valores, ideales ni mucho menos a sentirme realizado.
Vamos me he movido por el que no me falte el trabajo para pagar la hipoteca.
Tenía grabado en mi programación mental que lo primero era trabajar (que no te falte trabajo aunque trabajes en la primera mierda mundial porque, si no trabajas, eres un fracasado,).
Además, pensaba que vivir de algo que te guste era solo para unos pocos, encima no tenía ni idea de cuál era mi pasión.
Una cosa tenía clara de cada trabajo. Me decía a mí mismo “yo aquí no me quiero jubilar”.
En mis primeros 40 años he tenido decenas de trabajos: pinche de cocina, repartidor de propaganda (allí sí que saben aumentar tu motivación, hablando de forma irónica), repartidor de pizzas, taxista, conductor de ambulancias, técnico de sistemas, militar en la banda de música, portero en las plazas de toros (es el trabajo del que más me arrepiento) o taquillero en Metro de Madrid, por poner bastantes ejemplos.
Durante más de 4 años mi sueño era que me tocara la quiniela que echaba cada semana. Todo por no ir al trabajo que tenía en ese momento.
Soy un chico aplicado y a la vez apasionado por aprender diversas áreas como es la informática, técnico de emergencias, música o psicología que es de lo último que me he formado.
Como ves, me apasiona crecer y ampliar mis conocimientos, y gracias a esta forma de pensar terminé por formarme como psicólogo laboral y coach personal.
Por eso estos 3 últimos años me he dedicado en cuerpo y alma a afinar mi propósito, que es ayudar a las personas a que encuentren su rumbo laboral.