¿Te acuerdas cuando decidiste no acudir a un examen porque creías no haber estudiado lo suficiente? Es un ejemplo de lo que son las creencias limitantes. Quizás podrías haber aprendido mucho del proceso, como es saber cómo son las preguntas, o quizás no estabas en lo cierto en cuanto a que no sabías lo suficiente.
¿Has pensado alguna vez en montar algún proyecto, pero luego has rectificado porque te decías a ti mismo que no tenías suficiente dinero o te faltaba conocimientos? Esta sería otra de las posibles creencias limitantes sobre el dinero, ya que no es lo mismo montar algo físico que montarte algo digital que no te pide tantos recursos.
Qué son las creencias limitantes
Son frases que nos transmite nuestro crítico interno (la voz de nuestra conciencia) y que no se sustentan en ningún hecho objetivo. Un ejemplo de esto también pueden ser los pensamientos irracionales.
Dicho de una forma sencilla, son pensamientos o frases que escuchamos (o nos dicen) y que se convertirán en nuestra guía sobre qué es dolor en nuestra vida y qué es placer.
Un ejemplo de creencia limitante es cuando te dices “el amor mata”. Como te imaginas, cada vez que conozcas a alguien no vas a hacer nada porque, por esta creencia, tienes asociado mucho dolor al amor y para ti es más fácil quedarte como estás en vez de empezar una relación.
Si por el contrario decimos que la vida es “eso que pasa mientras disfrutamos cada momento”, aquí se presentan creencias potenciadoras, ya que para ti es más potente cambiar, sentir y disfrutar, y unirás dolor a no hacer nada.
¿Me explico un poco?
Normalmente interiorizamos estas creencias en nuestro subconsciente a la edad de entre 4-7 años, época en la que no tenemos ninguna herramienta para conocer el mundo y entender cómo nos afectan las creencias limitantes. Pero debes saber que tú eres mucho más que un conjunto de creencias limitantes.
Lo peor de estas creencias es que se activan enseguida en una situación que te ha generado trauma, como puede ser un golpe con el coche. Aunque el golpe haya sido pequeño, si te ha afectado, después cada vez que pienses en conducir, te dirás en forma de mantra: “No se me da bien conducir. Soy un paquete”.
Si eres una persona asidua al blog, y además presentas el síndrome del impostor, te darás cuenta de que tienes un montón de creencias que te imposibilitan crecer tanto personalmente como laboralmente.
Creencias irracionales, como “dónde voy a ir yo con mi edad”, “de internet viven cuatro matados” o “solo tengo una licenciatura, un máster y dos cursos de … por lo que no es suficiente para vivir del coaching”, no te permiten aprovechar todo tu potencial.
Antes de decirte cómo cambiar las creencias limitantes, primero te explico cómo se forman.
¿Cómo se forman las creencias limitantes? Principales causas
Las creencias limitantes pueden aparecer en cualquier momento de nuestra vida, normalmente a través de algo que nos haya influenciado de manera intensa, aunque la mayor exposición a las mismas se produce cuando somos niños (como te he comentado, entre los 4 y 7 años), en los primeros años de desarrollo humano.
¿Cómo surgen las creencias limitantes?
Pues nos las transmiten con las frases que con buena intención o, como se dice en coaching, con intención positiva nos inculcan nuestros padres, familiares, profesores y cualquier persona que sea referente para nosotros. Una simple opinión se nos puede grabar a fuego para siempre.
Si aceptas una creencia de forma lapidaria, sin cuestionarla, para ti será una verdad incuestionable. Estas verdades se crean de forma inconsciente y se manifiestas sobre todo cuando generalizamos, por ejemplo, “todas las mujeres son iguales”.
Vídeo del niño interior que te muestra las creencias limitantes de nuestra infancia
Si me lo permites, quiero que te conozcas un poco más interiormente, para que así seas consciente de todo el daño que te han podido hacer este tipo de creencias y transformarlas en creencias potenciadoras que te lleven donde tú quieras estar.
En nuestra infancia (aunque no nos acordemos) se grabaron cientos de creencias limitantes. Algunas con el tiempo las hemos desechado, pero hay otras que incluso 40 años después las llevamos puestas.
¿Sabías que un niño de entre 4 y 8 años puede escuchar 75 000 veces creencias de sus referentes?
Frases como “eso no se hace”, “eso no se dice”, “compórtate como un niño bueno ” o “esto se hace así” nos destruyen toda la imaginación que tenemos en esas edades, y con el paso del tiempo nos van limitando debido a que entendemos que para que papá y mamá nos quieran debemos comportarnos de una determinada manera.
A este concepto en el vídeo lo llamo amor condicionado.
Es decir, para sentir a esa edad que nuestros padres nos dan su amor, debemos hacer todo lo que nos dicen y de la forma en el que ellos nos inculcan (esto es una regla que aprendemos cuando no tenemos desarrollado todavía ningún proceso mental superior como, por ejemplo, el razonamiento).
¿Te van cuadrando las cosas ahora?
Déjame que te muestre un vídeo (que forma parte del curso que estoy desarrollando) sobre el niño interior. Te recomiendo verlo para que entiendas cuáles son las causas por las que se nos instalan las creencias limitantes.
Seguro que te preguntarás: ¿cómo estas creencias pueden influir en mi proyecto? Son muy comunes los casos en los que se desarrolla un límite físico por culpa de comentarios como: “No puedes correr rápido porque pesas mucho”, “Caminas muy raro, seguro que tienes algún problema en las piernas”. Esas frases, escuchadas en la infancia, pueden afectar a nuestra autoestima y limitarnos por completo en el futuro.
Todas estas ideas infundadas y falsas se graban a fuego en nuestro subconsciente como te explico en el vídeo.
Qué tipo de creencias limitantes hay
Dentro de una creencia negativa hay 3 niveles que te limitan en todo lo que tú eres y en lo que tú quieres conseguir.
Opiniones
Son las creencias más superficiales que podemos encontrar en cada persona. Puedes tenerlas o interpretarlas como certezas relativas.
Un ejemplo de opinión es cuando dices “creo que este coche consume menos que aquel”. En este caso tu vida no está en juego y, aunque siempre nos gusta llevar razón, no te sueles cabrear o molestar si te llevan la contraria.
Creencias
En este punto empezamos a mojarnos y a molestarnos si alguien nos lleva la contraria. Las creencias se presentan con mayor intensidad y, como si de un tablero de una mesa se tratara, las sustentan más patas que a su vez surgen de otras creencias.
Por ejemplo, si tú dices “nunca nada me sale bien”, es posible que tengas otras creencias negativas sobre ti mismo que sujetan esta creencia. Podrían ser creencias como “se me de mal conducir”, “soy un poco torpe” o “he intentado un par de veces montar algo online y solo he perdido dinero”. Si te fijas, esta última es una creencia limitante con el dinero.
Como puedes apreciar, las creencias son para ti más ciertas que las opiniones.
Convicciones
Aquí ya es casi imposible que cambies este tipo de creencias por voluntad propia. Las convicciones son creencias tan interiorizadas que son incuestionables para ti.
Son inamovibles y van muy unidas a tu identidad (aunque no siempre). Son como las creencias anteriores, pero tienen mayor intensidad y son casi imposibles de modificar. Solo puedes conseguirlo si rebajas su intensidad al nivel anterior, es decir, que esta convicción se convierta en una creencia nada más.
Un ejemplo de convicción es cuando has fracasado varias veces en el amor y piensas que “el amor real no existe, es una invención de las películas”.
Cómo cambiar una creencia limitante a una potenciadora
Con todo lo que te he dicho hasta aquí puedes hacerte una idea de lo destructivas que son estas dichosas creencias para nuestra vida, proyecto o para nuestra identidad.
Por eso, lo primero que tienes que pensar es que para cambiar una creencia tienes que salir de tu zona de confort. Algo obvio porque si no, pensarás y actuarás igual que siempre.
Lo segundo que tienes que entender es los seres humanos tenemos inteligencia emocional por lo que podemos ser conscientes, gestionar nuestras emociones y empatizar con los demás.
Para que aprendas a convertir una creencia limitante en potenciadora, te voy a mostrar la terapia racional emotiva de Albert Ellis que tiene los siguientes 3 componentes:
A–> Acontecimiento
Tienes que plantearte cuál es el evento activador que dispara tus pensamientos automáticos o creencias limitantes. Un ejemplo de esto es cuando piensas “dentro de una semana tengo que presentar este informe y no sé cómo hacerlo” o si es tu proyecto “tengo que hacer tantas cosas que no sé por dónde empezar”.
Anota en una libreta cada acontecimiento que te active una determinada creencia o pensamiento irracional.
B–> Beliefs o creencias
En este punto nos centramos en las creencias limitantes o pensamientos que surgen negativos y de forma automatizada dentro de una situación.
Un ejemplo es cuando piensas en el informe del ejemplo anterior y te dices “creo que no podré hacerlo” <– creencia o piensas en tu proyecto y te dices “ya lo haré mañana que hoy estoy hasta arriba” <– excusa que te pones cuando es más grande el dolor de cambiar algo que el crecimiento que vas a tener si lo consigues.
C–> Consecuencias y conductas
Tienes que pensar en las consecuencias emocionales que sufrirás si procrastinas. Piensa qué implica en tu identidad esa creencia machacante y el posponer tu proyecto, sobre todo, si estás en un trabajo que no te satisface en absoluto.
Si, por ejemplo, decides retrasar tu proyecto, ¿en qué te va a repercutir?, ¿cuáles serían las consecuencias de no hacerlo?, ¿cómo te sentirás después?
Según Ellis, “no tenemos control sobre los acontecimientos, pero sí podemos tenerlo sobre las creencias y cómo influyen en nuestra conducta y emociones y las consecuencias que tienen”. Este sistema es circular debido a que hay un aprendizaje.
Es decir, cada vez que te ocurra algún episodio parecido al ejemplo que te he puesto, vas a seguir alimentando tus creencias y las consecuencias de tus conductas.
¿Por qué tarda tanto en cambiar mis creencias la terapia cognitiva conductual (la psicología actual) o el coaching?
Porque se centran en hablarle al consciente. Cuando conseguimos convencerle, el consciente no es el causante de ponerte trabas o autosabotearte normalmente. Como te he comentado en el vídeo, el subconsciente es como nuestro guardián, pero no se centra en el disfrute, el sentirte valorado, la autorealización o la motivación por ponerte varios ejemplos.
Si quieres llevar a buen puerto tus objetivos, metas o simplemente el dejar de procrastinar tus acciones, te recomiendo que tomes las medidas a tu subconsciente, y la mejor herramienta que conozco es la que te muestro a continuación.
PSYCH-K para cambiar tus creencias desde el subconsciente
Otra forma de cambiar tus creencias limitantes de forma poderosa y duradera es usando la técnica neurocientífica llamada PSYCH-K con la que estoy formado.
El procedimiento consiste en hallar qué emociones tienes enquistadas por culpa de alguna creencia negativa y gracias a una técnica de lateralización cerebral conseguimos purgarla (usamos los dos hemisferios a la vez para ser más eficaces).
Una vez que tenemos 2 o 3 emociones purgadas que te impiden ser más genuino o con menos miedos implementamos creencias en tu subconsciente potenciales como “siento que soy capaz de… y me siento feliz tal como soy” para futuros episodios.
¿Te interesa una sesión gratuita conmigo para conocerla? Si es así, pulsa contacto para mandarme un email y resérvame una sesión sin ningún tipo de obligación después.
¿Qué opinas? ¿Vas a cambiar la forma de pensar en tu propósito de vida? ¿Ha llegado el momento de ir a por él? Si es así y necesitas mi ayuda, puedes echar un vistazo a mis servicios de coaching.
Interesante la info como siempre David. Como te comenté en la entrada de objetivos SMART estoy pasando una mala racha. ¿Podríamos tener una charla para saber cómo haces la sesiones y si vemos si cuadramos?
Puedes escribirme Juanlu a david[@]cambiaturumbo.com y si quieres reservamos una sesión exploratoria para comentarme un poco más lo que necesitas. ¿Te parece?, o si me das permiso por aquí de coger tu email te escribo yo. Un abrazo. David
Vale. Escríbeme tú y te doy permiso a coger mi email. Gracias por todo David.
Juanlu. Te he escrito otra vez hoy. No sé si te llegan al email de Gmail a la carpeta de promociones. Un abrazo.